El mensaje que nunca te envié…

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Hola querido lector.

La entrada de hoy será diferente al resto. En ella tanto tú como yo, seremos protagonistas. Quiero invitarte a que realices el siguiente ejercicio: escribe, bien sea física o digitalmente, el mensaje de agradecimiento que quisiste enviarle a esa persona en particular pero que nunca te atreviste a hacerlo. Como hay que predicar con el ejemplo, comenzaré yo.

El mensaje de agradecimiento que nunca te hice llegar

Hola mi querida primera enamorada vegetariana.

Ha llovido mucho desde la primera vez que conversamos. Sin duda alguna hoy, ni tú ni yo, seguimos siendo los mismos. Te escribo desde un lugar muy diferente, no me atrevo a decir que he madurado, solo que ahora me importan otras cosas y otras personas.

Te preguntarás el motivo de este mensaje, bueno, en realidad es bastante sencillo y quizá lo podría haber resumido en un gracias. Pero bien sabes que soy más dado a los textos con contenido y con sentido, por ello, permíteme tener tu atención una vez más.

Pensar que eras mi mundo fue necesario para darme cuenta de que hay mucho más allá de ti

No puedo negarte que en su momento sentí que todo giraba en torno a ti, que equivocado estaba. Puede que este fuera uno de los motivos por los cuales lo nuestro no funcionó. Sin embargo, me dejó un gran aprendizaje. Me hizo falta creer que lo había perdido todo, a ti, para darme cuenta de que ese todo siempre había estado conmigo: en forma de amor propio.

El haberme obsesionado con querer satisfacer todas tus necesidades me permitió, con el tiempo y tu partida, ver que la única persona que me acompañaría durante todo este recorrido llamado vida, sería yo mismo. Y que por lo tanto, antes de mirar hacia afuera, tendría que mirar hacia adentro para comprenderme y mejorar mi diálogo interno.

Tú que eras fogata y yo tan frío…

¿Cuántas veces me negué a bailar? Seguro que perdiste la cuenta. Verte tan social y extrovertida, dicharachera y dada a la fiesta. Y yo tan introvertido, más de quedarme en casa tranquilo en silencio… me ayudó a darme cuenta de que una buena pareja no es aquella en la que sus integrantes son dos almas gemelas, sino dos personas que han decidido trabajar en equipo. Que comprenden que son diferentes y que eso hace extraordinaria la relación.

Probablemente nosotros no fuimos la pareja que trabajó en equipo, quizá nos dejamos seducir por la relación romántica idealizada que te venden las películas. Pero era lo que necesitábamos, porque de no haber sido así, hoy, no te estaría escribiendo para agradecerte todo lo que aprendí del amor que tuvimos. No te quitaré más tiempo, espero y aspiro a que te encuentres bien y, sobre todo, junto a tu verdadero gran amor: el tan olvidado amor propio.

Sin más que añadir, me despido.

Eternamente agradecido,

Rodrigo.

Posdata para el lector: si gustas, puedes dejar tu mensaje de agradecimiento como un comentario para esta misma entrada.