¿Aceptarías un millón de dólares por lo que tienes?

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Tuve aflicción por no tener zapatos hasta que vi a quien no tenía pies.

¿Por qué, generalmente, solemos centrarnos en aquello que nos falta y no en lo que ya tenemos? Y no solo le dedicamos nuestra atención, sino que también permitimos que esta carencia nos frustre. ¿No sería más inteligente y saludable sentirnos agradecidos por lo que hemos logrado hasta ahora? Y ojo, esto no significa que no podamos reconocer que hay ciertos aspectos de nuestra vida por mejorar, no. Lo que sí representa es que somos conscientes de lo afortunados que somos por tener lo que tenemos y estar rodeado por quienes nos rodean. En otras palabras, sabemos que podemos crecer y obtener más, con todo, damos gracias por lo que ya hemos crecido y obtenido.

Hace un par de días terminé de leer el libro de Dale Carnegie Cómo disfrutar de la vida y el trabajo, lectura que recomiendo sobremanera, y decidí escribir una entrada para cada capítulo que llamara mi atención y que considerase que guarda un aprendizaje interesante de compartir. La entrada de hoy está dedicada al capítulo llamado ¿Aceptaría usted un millón de dólares por lo que tiene? Que, como podrías intuir por el título, nos invita a detenernos un momento, reflexionar sobre nuestra situación actual y sentirnos bendecidos por estar donde estamos y hacerlo en compañía de aquellas personas que tenemos en estima.

Si se tiene agua para beber y algo para comer en la medida suficiente, no hay motivo alguno para quejarse

Si estás leyendo esta entrada, significa que puedes acceder a Internet, y dudo mucho que tengas acceso a este sin haber cubierto antes tus necesidades verdaderamente básicas, como el agua o el servicio de suministro eléctrico. Por ello, seguramente tienes un techo bajo el que vivir, un colchón más que aceptable donde descansar y un plato de comida diariamente sobre la mesa. Entonces, te pregunto y espero que respondas con honestidad, ¿existe realmente la necesidad de quejarse?

Tranquilo, no te angusties. Yo soy el primero en reconocer que en más de una ocasión me quejo y me frustro por lo que no tengo, en vez de agradecer por lo que ya he logrado y por recibir afecto de quienes me rodean. Por esta misma razón es que trabajo, día sí y día también, en mi mentalidad. Es liberador reconocer que todos tenemos un lado oscuro, abrazar nuestros defectos y no huir de ellos, sino tratar de comprenderlos y ver qué tienen para enseñarnos. Te garantizo que no hay mejor aprendizaje que conocerse a uno mismo lo más íntegramente posible. Y aquí la quietud, el silencio y la soledad, serán tus mejores aliadas.

Contemos nuestros bienes, no nuestros problemas

Hay dos cosas que deben perseguirse en la vida: la primera es conseguir lo que se quiere; tras esto, disfrutar de ello. Solo los más sabios logran lo segundo.

Logan Pearsall Smith

Antes de continuar, quiero dejar muy claro que no estoy haciendo una invitación a resignarse por aquellos aspectos negativos de nuestra vida que sí pueden ser cambiados, no. A lo que hago alusión es a no caer en el círculo vicioso de centrarnos en nuestros problemas, permitir que estos nos frustren y, además, dinamiten lo bello que hay en nuestra vida. Por lo tanto, como dije en líneas anteriores, la quietud, el silencio y la soledad, serán tus mejores aliadas. Con esto me refiero a que solo desde la contemplación, es decir, desde una mente en paz, podrás determinar si lo que has dejado que te perturbe hasta ahora tiene solución o no.

Y una vez estés en ese punto, habiendo definido si lo puedes arreglar, tomar la decisión de actuar o dejarlo ir. Esta es mi propuesta. Por otra parte, no creas que las demás personas no tienen un lado oscuro, no creas, ni por asomo, que no se perturban. No hay que dejarse engañar por las apariencias. Mucha gente solo te muestra aquello que quiere que veas y esto no siempre significa mostrarse tal y cómo son o tal y cómo se sienten. Por ende, tu misión es no identificarte con tus pensamientos, con lo que te dice tu mente, sino en reconocerte como la consciencia que dirige cuerpo, mente y alma. Estás en la capacidad de reconocer y agradecer la abundancia que te rodea.

¿Aceptarías un millón de dólares por lo que tienes?

Sin dudarlo ni un segundo, yo, no. No aceptaría ni un millón ni mil millones de dólares por lo que tengo y por quienes me rodean. Reconozco el valor incalculable de las personas que tengo en estima y de aquello que he conseguido a través de mi esfuerzo y dedicación, y esto no tiene por qué ser necesariamente algo material. Así mismo, te propongo que te detengas por un momento, reflexiones y analices tu situación actual y, ahora sí, agradezcas por las riquezas que ya posees.

Es muy cierto que allá afuera hay muchas cosas/actividades que nos gustaría obtener/realizar. Con todo, debemos definirlas como lo que son, divertimientos. Es decir, son cosas/lugares/actividades que si no llegamos a alcanzar nunca, no afectarán a nuestro bienestar. Porque somos conscientes de que la verdadera abundancia y felicidad comienzan en nuestro interior, y no al revés. En otras palabras, estamos en la capacidad de reconocer que nada de lo que hay allá afuera podrá llenar ningún vacío o insatisfacción que sintamos internamente. Solo tú mismo, acompañado por tu soledad, podrá enmendar estas carencias.

¡Sé una mente indomable!

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