No llega el que piensa, sino el que se mueve

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Nadie se ha emborrachado nunca a base de comprender intelectualmente la palabra “vino”.

Anthony De Mello

Si yo quiero ahorrar, lo que pasa es que todavía no gano lo suficiente. A mí me agrada crear contenido audiovisual, lo que sucede es que aún no tengo un buen micrófono. Si a mí me gusta estar saludable, lo que pasa es que está estropeada mi máquina para hacer ejercicio. Quiero leer un libro al mes pero no tengo tiempo libre. Y podría continuar con más ejemplos pero estoy seguro de que ya captas por dónde voy: pensar en hacer algo, o en que queremos hacer algo, no es lo mismo que hacerlo.

Hola querido lector, en la entrada de hoy quiero compartirte una reflexión que supuso un punto de inflexión en mi vida: no llega el que piensa, sino el que se mueve. El sentido que yo obtuve de la oración es que no basta con educarse, con conocer cómo se hace o crea algo si, finalmente, nunca lo llevamos a la práctica. También me dio a entender que no es necesario saber todas las respuestas antes de emprender una misión, como abrir un negocio, por ejemplo; ya que es suficiente con tener una buena base, unos buenos fundamentos, y el resto lo podemos ir aprendiendo sobre la marcha.

Prepárate lo mejor que puedas en el menor tiempo posible y pasa a la acción; después, ve corrigiendo por el camino

Cuando comencé este blog desconocía muchas de las cosas que ahora sé sobre redacción, con todo, aprendí aquello que consideré indispensable y lo inicié. Así mismo, cuando decidí que quería crear un podcast estudié lo fundamental para grabar y editar voz y me puse manos a la obra. A lo que me refiero con estos ejemplos es que muchas veces no hacemos algo porque esperamos a que llegue “el momento perfecto”. Ese instante donde suponemos que todo saldrá a pedir de boca, donde creemos que sabremos todo lo necesario… lamento tener que decirte que ese momento jamás llegará. Así de simple.

Al arrancar con mi sitio web no tenía un plan de acción perfectamente definido, no es que supiera de antemano todo lo que iba a publicar en el año, para nada. Es más, considero que varias veces cambié el propósito detrás del mismo hasta dar con uno que sentí que estaba en armonía conmigo. Por otra parte, es muy probable que no hubiera dado con él, ni que esta entrada existiera, si me hubiese mantenido a la espera del “momento perfecto”. Por ello, puedo concluir que no es lo mismo conocer algo desde la teoría que experimentarlo. En otras palabras, no es lo mismo saber cómo crear y administrar un blog que crearlo y administrarlo, por poner un ejemplo.

No confundas movimiento con progreso… porque perfectamente puedes estar dando vueltas en el mismo sitio

Ciclo de Deming

Cuando quiero incorporar algo nuevo en mi rutina diaria o me propongo una nueva meta, tomo como referencia el ciclo que ves en la imagen. Primero planifico, hago, verifico los resultados y, en caso de ser necesario, corrijo lo que haya que corregir y actúo nuevamente. El mejor ejemplo de uso que me viene a la mente es el de cuando quise empezar a despertarme más temprano para tener tiempo para hacer mis tareas personales, como leer algún libro y estudiar un idioma extranjero.

Primero analicé (planificar) la jornada que tenía en ese momento, recuerdo que trabajaba de 8 a 18 e iba a la universidad de 18 a 22. Y sabiendo que lo mínimo recomendado son unas 6-7 horas de sueño reparador, decidí que me despertaría a las 5 AM. Esto lo hice (hacer) durante un buen tiempo, hasta que por cuestiones de pandemia pasé a teletrabajar y a estudiar en línea. Allí me di cuenta (verificar) que al trabajar desde casa las horas después de mi jornada laboral no eran las más óptimas para tareas que requirieran una concentración elevada, así que decidí despertarme todavía más temprano (corregir y volver a actuar).

Actualmente me despierto a las 3:30 AM, eso sí, no considero que lo importante sea la hora a la que me despierto, sino el uso que le doy a ese espacio de tiempo antes de comenzar a trabajar. En él leo, estudio, me ejercito, comparto con mis seres (no-humanos) favoritos, etc. La sana invitación que te hago desde aquí es que no temas equivocarte, porque esto te impedirá experimentar cosas nuevas, vivencias nuevas. Además, dentro del ciclo que te comparto hay espacio para verificar y corregir, si fuera necesario. ¿Y cómo saber cuando hay que corregir algo? Tan sencillo como cuando los resultados que obtienes no son de tu agrado.

Las acciones de una persona te dirán todo lo que necesitas saber

Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces entonces estás peor que antes.

Confucio

Si algo he aprendido es que los problemas y las tareas pendientes solo se hacen más grandes en la mente. Cuantas más vueltas le das a algo, cuanto más lo piensas… menos lo haces. Nos obsesionamos con encontrar la mejor manera de llevar a cabo algo cuando podemos partir desde una solución menos óptima e irla mejorando mientras avanzamos. Es más, me atrevería a decir que aquellos que optan por esperar a encontrar el “método perfecto”, al final, no hacen nada. Por ello, opino que lo importante es que tengas claro el qué (el objetivo) ya que el cómo lo puedes ir puliendo por el camino.

No quiero extender esta entrada más allá de lo necesario si su principal objetivo es que la leas y tomes acción, no que la leas y sientas el efecto placebo de que haberla leído es igual a dar el primer paso hacia aquello que quieres hacer o conseguir. Puede ser algo pequeño, como organizar tu armario, o puede ser algo grande, como iniciar el canal de YouTube que llevas años imaginando. Lo que de verdad importa es eso: que tomes acción. Que lo saques del intelecto y lo materialices. Y aquí puedes ser de los que buscan excusas que los detengan o de los que encuentran razones que los impulsen, es una decisión exclusivamente tuya.

¡Sé una mente indomable!

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