La guía definitiva para cumplir con tus propósitos de año nuevo

Photo by Estée Janssens on Unsplash

Este año me comprometo a ahorrar una parte de mi salario. Te juro que leeré más libros y me ejercitaré más. Dejaré de fumar, te lo prometo. ¿Notas alguna relación entre los enunciados anteriores? Todos ellos comparten la característica de ser imprecisos ya que no definen, de forma clara, ni el cómo ni el cuándo se hará lo que se plantea. Tomemos el de que leeremos más, ¿qué entendemos exactamente por “más”? ¿Cómo sabremos que lo estamos cumpliendo? Diferente sería decir el año que viene voy a leer 15 minutos todos los días antes de ir a trabajar.

En la entrada de hoy, quiero compartirte la mejor manera que he encontrado de cumplir con mis propósitos a través de crear buenos hábitos que perduren en el tiempo. Antes de continuar, ¿qué entendemos por hábito? Una definición sencilla pero potente: una acción que se repite con suma frecuencia. En otras palabras, algo que hacemos, consciente o inconscientemente, con cierta regularidad. Como la rutina que sigues todas las mañanas antes de comenzar a trabajar: despertarte, lavarte los dientes, tender la cama, preparar café, etc. Ahora pasemos a ver por qué está compuesto un hábito.

Las partes de un hábito: contexto, estímulos, respuesta y repetición

Para comprender cómo se forma un hábito (que nos acerque a nuestros propósitos), primero debemos entender de qué está compuesto este:

  • El contexto: lo podemos llamar también entorno, conjunto de circunstancias…
  • El estímulo: factor externo que produce una reacción interna en nosotros. Este varía según el contexto. Y puede acercarte a tu propósito (fuerza impulsora) o alejarte de este (fuerza restrictiva).
  • La respuesta: acción, consciente o inconsciente, que se produce en nosotros ante un estímulo.
  • La repetición: o frecuencia con la que se da el hábito y sus partes. Puede ser a diario, mensual o anualmente, por citar algunas.

Considero que es más sencillo asimilar todo esto con un ejemplo: imagina que estás en un gimnasio (contexto), rodeado por personas que se están ejercitando y máquinas en las cuales tú también te puedes ejercitar (estímulos), la reacción más natural, o más lógica, que se tendría que dar en ti es que comenzaras a ejercitarte (respuesta). Por último, definamos la frecuencia, todos los días después de salir del trabajo, durante 45 minutos. Ahora que ya sabemos de qué está compuesto un hábito, ¿qué podemos hacer para beneficiarnos de este y que nos acerque a cumplir nuestros propósitos?

Si nos encaminamos en la buena dirección, lo único que hay que hacer es seguir andando (Joseph Goldstein)

El primer paso antes de construir hábitos que nos aproximen a nuestro propósito es bastante obvio: decidir cuál es nuestro propósito. De lo contrario, sería como tener un barco completamente funcional y salir a navegar pero sin saber hacia dónde nos dirigimos… Pondré como ejemplo de propósito uno que me planteé hace un par de años: ahorrar una cantidad suficiente de dinero para tener un fondo de libertad financiera de 6 meses. Este fue el objetivo que me propuse, entonces, ¿qué hábito o hábitos adquirí para ir cumpliendo con este? Pues, definí que cada vez que tuviera un ingreso de capital ahorraría el 20% del mismo. ¿Sencillo, no?

En este caso lo primero que se produce es el evento (día de pago) que genera una reacción. Así que mi respuesta, que se automatiza a través del hábito, es transferir el 20% de lo ganado hacia mi cuenta de ahorros. Y aquí la frecuencia (repetición) variará según las fechas en las que me paguen, siendo generalmente cada 15 días. ¿Y qué sucede con el contexto (o entorno)? Pues que es una parte esencial para garantizar la supervivencia del hábito, ya que tuve que hacer todo lo posible para reducir todo aquello que me dificultara (fuerzas restrictivas) cumplir con el ahorro y aumentar todo lo que me facilitara (fuerzas impulsoras) lograrlo.

Una decisión que tomé para mantenerme motivado mes a mes con el ahorro, fue abrir una cuenta aparte de donde recibo mi nómina, así puedo ver, literalmente, como mi ahorro va creciendo. Y esto es algo que mantengo actualmente. Aunque no lo creas, muchas veces nosotros mismos somos la fuerza restrictiva más difícil de superar. Por ejemplo, yo perfectamente podría haberme dicho cosas del estilo: “por un mes que no ahorre, no pasa nada”, “tomaré solo un poco de la parte que quiero ahorrar, lo voy a reponer más adelante”, etc. Y así un sin fin de excusas más para autosabotearme.

Traba amistad con aquellas personas que quieran lo mejor para ti… o por qué es TAN importante tu entorno

Lo que te voy a decir es muy probable que no te agrade: conseguir aquellas cosas que realmente deseas en la vida tiene un precio elevado, muy elevado. Si no que se lo pregunten a alguien que quiere conseguir el cinturón negro de su arte marcial favorita. Es algo por lo que tendrá que hacer muchos sacrificios y que incluso existe la posibilidad, después de haberlo hecho lo mejor posible, de que no lo logre. Con todo, te pregunto algo, ¿qué vida preferirías llevar: una en la que solo haces lo necesario para ir pasando por ella de puntillas, o una en la que caes en tu cama rendido a sabiendas de que hiciste todo lo que estaba en tus manos para cumplir con tus propósitos?

Yo sin duda alguna me quedo con la segunda, y ojo, aquí no hay propósitos mejores o peores que otros. Ya que quien debe definir qué es tan importante como para que justifique tu propia existencia eres tú mismo. Nadie más. Por ello, es de gran ayuda que trabes amistad con personas que quieran lo mejor para ti, o que sepan comprender la importancia de la empresa que has decidido emprender. Dado que podrás apoyarte en ellos cuando estés en esos días grises en los cuales solo quieres ver el tiempo pasar. Tendrás muchas más posibilidades de levantarte nuevamente y echar a andar en dirección a tu objetivo si te rodeas de gente que te impulsa.

Te presento a tu nuevo mejor amigo: tu yo habitudinal. Quien estará siempre que lo necesites, incluso cuando tu fuerza de voluntad escasee

Muchas veces solemos pensar equivocadamente que siempre podremos confiar en nuestra fuerza de voluntad para tomar aquella decisión que esté más en armonía con nuestro objetivo. Pongo un ejemplo: te has propuesto dejar de comer aperitivos (snacks) poco saludables. Con todo, no vives solo en casa y el resto de personas con las que convives siguen comprando papas fritas, tus galletas favoritas de chocolate, entre otros… Según tú te basta y te sobra con tu fuerza de voluntad para resistir y no caer en la tentación de abrir la alacena y coger tu aperitivo preferido, ¿seguro?

Ahora yo te planteo lo siguiente: ¿qué crees que será más fácil de que suceda con el tiempo: que un día no aguantes más y cojas aunque sea una galleta, o que, día tras día (al abrir la alacena), seas capaz de decirte que no, que ya no comes más ese tipo de comida? Los dos sabemos que una galleta al año, no hace daño. Científicamente está comprobado que nuestra fuerza de voluntad es limitada, y que cuando ya estamos con los depósitos de esta casi vacíos, no solemos tomar las decisiones más apropiadas. ¿Entonces? ¿Qué alternativa nos queda? Te presento a tu nuevo mejor amigo: tu yo habitudinal. Es decir, esa parte de ti que actúa sin que tú intervengas.

Recuerda tu mañana: despiertas, te lavas los dientes, tiendes tu cama, etc. ¿A que no te paras a pensar lo que vas a hacer, a que simplemente actúas? Pues aquí es donde tu yo habitudinal toma el control. Por ello, lo mejor que puedes hacer es facilitarte las cosas modificando el entorno, en este caso en particular, podrías conversar con las personas que viven contigo y comentarles tu acometido. Así estas dejarán de traer a casa este tipo de comida. Por lo tanto, te costará más comer de manera poco saludable que hacerlo de forma beneficiosa. Y casi sin darte cuenta pero con la suficiente paciencia, habrás creado un hábito que te acerca a tu propósito.

La guía definitiva para cumplir con tus propósitos de año nuevo

Ahora ya conoces la importancia de tu entorno, dado que este puede impulsarte o retenerte cuando quieres avanzar hacia tu propósito. Ya sabes que tu nuevo mejor amigo es tu yo habitudinal, aquel que actuará incluso cuando tu fuerza de voluntad esté por los suelos. Con todo, definir un propósito y hábitos alrededor de este toma tiempo, toma la decisión de no dar tu brazo a torcer cuando en el primer intento el resultado obtenido no era el que esperabas. Requiere que estés dispuesto a pagar un precio bastante alto, sacrificando ciertos aspectos, y a veces amistades, que formaban parte de ti en días pasados.

Para serte honesto, opino que lo verdaderamente importante para cumplir con nuestros propósitos (y no solo de año nuevo) es que estos sean realmente importantes para nosotros. Sí, sé que es una obviedad, sin embargo, ¿no te has preguntado nunca por qué muchas personas se emocionan en enero y van al gimnasio pero, al pasar unos meses, pierden esa motivación y no lo vuelven a pisar más? Creo que, probablemente, se dejaron llevar por el resto de personas (entorno), sin reflexionar con profundidad si eso es lo que querían en este momento (estar en mejor forma física).

Como te dije en un párrafo anterior: no hay propósitos mejores o peores. Tú eres quien debe decidir cuál es la razón que justifica tu existencia y en la cual vas a invertir tu tiempo, tu energía y tu dinero. Así que si me pides que resuma cuál es la mejor forma de alcanzar nuestros propósitos mediante hábitos que perduren en el tiempo:

  • Define qué quieres alcanzar.
  • Modifica tu entorno para que esté en armonía con lo que te has propuesto conseguir.
  • Rodéate de personas que te impulsen y que también tengan propósitos propios.
  • Crea una secuencia de pasos claros para que tu yo habitudinal la memorice. Así cuando no sepas qué decisión tomar, solo tendrás que seguir la secuencia.
  • Revisa los resultados que estás obteniendo, ¿son los que esperabas? ¿No? Entonces regresa al punto 2.

Y eso sería todo, mi querido lector. Aunque parezca mucho, crear hábitos es más fácil de lo que parece. Eso sí, tendrás que llenarte de paciencia. Pero una vez los asimilas, podrás ponerte en modo piloto automático y disfrutar del paisaje mientras conduces rumbo a cumplir con tus propósitos. Te dejo con una cita que te puede servir para cuando, a pesar de haberlo hecho lo mejor que pudiste, no salió según lo planeado:

Un ganador fue un perdedor que nunca se dio por vencido.

¡Sé una mente indomable!

Escúchala en formato de podcast:

Posdata: recuerda que puedes unirte a mi canal de Telegram, donde podrás chatear con mentes indomables como tú.