La verdadera riqueza comienza en la mente

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Antes de nada, ¿qué es la riqueza para ti? ¿Tener una cantidad abultada de dinero en el banco? ¿Disponer de tiempo libre para practicar tus aficiones? ¿Pasar más momentos con tus seres queridos? Puede que una mezcla de todas ellas. Saber a ciencia cierta qué es la riqueza, o abundancia, para uno mismo es, sin duda alguna, el primer paso para alcanzarla. Mostrándonos así, que la verdadera riqueza comienza en la mente.

Sentirse abundante y próspero no depende de factores externos, al contrario, está directamente relacionado con nuestro diálogo interno. En otras palabras, que te sientas rico y abundante, en lo material y espiritual, está al alcance de tus manos. Basta y sobra con mejorar la calidad de tus pensamientos y hábitos. Por ello, debes ver a tu mente como un cofre del tesoro y ser muy exigente con lo que pones en ella.

El primer paso para recibir en abundancia, es dar en abundancia

Bien sea mediante contribuciones económicas, de tiempo y/o conocimiento. Ten presente que cosechamos lo que sembramos. Por ende, es lógico que si deseamos ser abundantes y prósperos, sea esencial ser generosos y no esperar nada a cambio. Esta última parte es muy importante, ya que si nuestra intención de dar no es genuina, sino que tiene un interés oculto, el universo/Dios/destino nos “premiará” con lo contrario a lo esperado.

Por otro lado, donar tiene un doble impacto. Primero, le envía el mensaje al universo de que estamos en una posición tan buena como para dar a otros y, por lo tanto, este nos colmará con más de aquello que dimos. Segundo, nos damos el mensaje de que estamos agradecidos con lo que tenemos y que, por ello, queremos devolver una parte de lo que hemos recibido a quienes más lo necesiten.

Estar agradecido y a la vez un tanto inconforme no tiene porqué ser contradictorio

Sí, sé que puedes pensar que no es posible dar gracias por lo que se tiene y a al mismo tiempo estar algo inconforme con ello. Deja que me explique. Cuando hablo de estar inconforme no me refiero a caer en el círculo vicioso de compras impulsivas que la sociedad de consumo promueve. Sino al hecho de saber que el camino hacia nuestra mejor versión es un recorrido casi infinito y que, aún dando las gracias, trabajamos para seguir creciendo.

En otras palabras, disfrutar del proceso y no del resultado. Así, aunque nunca alcancemos nuestra mejor versión, estaremos satisfechos con lo conseguido. Estaremos en la capacidad de agradecer frecuentemente por lo que tenemos y por quienes nos rodean. Nos esforzaremos al máximo, trabajaremos cada día en ser mejor que ayer, apreciando lo que tenemos hoy pero, de buena manera, seguiremos inconformes.

Los hechos, lo creas o no, son neutros, el valor se lo asignas tú

Comprender esta idea es clave para asimilar que la verdadera riqueza comienza en la mente. Pongamos un ejemplo, trabajas duro, produces varias fuentes de ingreso y generas $1.000.000. Habrá quien considere que esa cifra es enorme, estará también quien piense que sigue siendo poco y que mejor es tener $2.000.000, ¿la cuestión radica en la cifra? O, ¿más bien en la mente de la persona? Lo mismo aplica para el resto en tu vida.

Otro ejemplo, irte de vacaciones 1 mes, estará quien crea que es mucho tiempo y quien dirá que 1 mes es muy poco, que mejor 2. De nuevo, los hechos son neutros, la realidad es neutra. El valor de las cosas lo asignamos desde nuestra mente. Por ello, si tenemos este poder, ¿por qué no usarlo a nuestro favor? Porqué no empezar a sentirnos abundantes y prósperos con la realidad que tenemos actualmente.

Y ojo, no hablo de conformismo, sino de tomar una postura de agradecimiento, de dar más de lo que recibimos, para expresarle al mundo que somos ya ricos y abundantes, en lo espiritual y material. ¿De qué nos serviría adoptar una postura egoísta? Donde esperamos recibir sin antes haber dado nada. Sería como pedirle frutos a un árbol que ni siquiera hemos plantado.

¡Sé una mente indomable!