Cómo aceptar mi “locura” me ayudó a vivir conscientemente

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¿Por qué, de forma general, buscamos ser aceptados por los demás? Es decir, ¿por qué tenemos tantas ganas de “encajar” en la sociedad cuando, muy probablemente, esta esté “enferma”? Con tal de recibir la aprobación de nuestro entorno, somos capaces de pagar un precio considerablemente alto: el precio de perder nuestra identidad, aquello que, aunque suene contradictorio, nos hace interesantes ante el resto de seres humanos.

Actualmente tengo 27 años y, sin pena alguna, te cuento que durante el 2020 me sentí mucho más vivo y conectado con quien soy que todos los años anteriores. Un año durante el cual: puse en pausa mi educación formal, pasé más tiempo en compañía de mí mismo, hubo una pandemia, pasé de trabajar en una oficina a trabajar desde casa, adopté a un gato… pero, sobre todo, aprendí a desaprender de manera consciente.

La educación formal no es la única fuente de conocimiento que existe

¿Te has preguntado alguna vez por qué haces lo que haces? ¿Será por tradición u obligación? Lo primero que desaprendí durante esta pandemia, aunque en realidad debería decir que reforcé la idea, es que la educación formal no es la única fuente de conocimiento que existe. ¿Por qué? Muy sencillo, ¿cómo esperamos que un grupo de personas aprenda de la misma forma y al mismo ritmo?

Es algo que sigo sin comprender. Habrá quien necesite más tiempo para comprender un tema, habrá quien aprenda mejor mediante ejemplos mientras que otro lo hará a través de una lectura en solitario. En mi caso, obtengo buenos resultados aprendiendo con clases pregrabadas, es decir, donde puedo pausar la clase, repetir la parte que no estoy entendiendo, repasar al día siguiente lo que no me quedó del todo claro.

Tranquilo, que esta no es una entrada sobre lo bueno o lo malo de la educación formal, sino sobre el hecho de aceptar que todos funcionamos de una manera distinta. Como te comenté, en 2020 hubo una pandemia y también confinamiento, por lo tanto, no podía desplazarme hasta la universidad, entonces, ¿qué podía hacer? ¿Dejar de estudiar? Por supuesto que no, fue cuando abracé más fuertemente mi “locura”.

El silencio se convirtió en mi mejor amigo y me habló de la importancia de aceptarme como soy

Ojo, no deliro y sé muy bien que el silencio no habla. Fue una forma poética de retener tu atención. Prosigo. Durante el confinamiento pasé más tiempo en compañía de mí mismo. Claro que convivo con otra persona, mi madre, y mi hija no-humana. Sin embargo, ambos pasamos a teletrabajar y por lo tanto estamos la mayoría del día metidos en nuestras “oficinas”. Te sonará raro pero, en soledad me sentí mucho más acompañado.

Sin el ruido de las demás personas, de los vehículos o de la ciudad en sí, se me hizo más fácil poner en tela de juicio muchas de las creencias que había adquirido durante mis años de vida. Que si obligatoriamente debo socializar, que si debo tener una pareja romántica para sentirme pleno, que si lo mejor de la vida es viajar por el mundo, entre otras… Así, pude darme cuenta que todavía debo seguir trabajando para vivir la vida que quiero.

Y no, no me refiero a que me falte dinero para “vivir la vida que quiero”, hablo a nivel mental. En otras palabras, debo seguir construyendo una mentalidad más fuerte y robusta con la capacidad de defender lo que ya definió como valores y, de igual manera, poder analizar objetivamente ideas externas que choquen frontalmente con lo que creo en la actualidad. Porque, recuerda, la vida es constante crecimiento y, sobre todo, cambio.

Quien cree que lo sabe todo solo demuestra que no sabe nada y, además, que ya está perdido en la vida

Desconozco cuántos años más de vida me queden, eso es una certeza, sin embargo, no me es importante tener muchos años de vida, sino mucha vida en mi años. Lo repetiré una vez más: que no te importe tener muchos años de vida, sino mucha vida en tus años. Así sean 50, 60 o 100. ¿De qué vale una vida larga, que se hizo eterna, pero en la que solo se pasó de puntillas? Por ello, acepta que estás “loco”, que es lo que te hace único.

Hoy por hoy me despierto a las 04:00 AM, domingos incluidos, ¿por qué? Pues porque es importante para mí, no el hecho de despertarme temprano, sino el levantarme enfocado, escogiendo lo que quiero hacer conscientemente desde el minuto 1 de mi día. Habrá quien no lo entienda, quien prefiera quedarse en la cama. Hay una frase que me gusta mucho: cada uno escoge cómo torturarse. Digamos que esta es mi “tortura”.

Quién quita que dentro de 10 años me levante a las 03:00 AM, o a las 07:00… la hora es indiferente. Lo que realmente importa es abrazar mi “locura”, aceptar la responsabilidad y el precio a pagar por no perder mi identidad, por escoger vivir la vida que quiero y de la manera que quiero. Por lo tanto, si los demás no te comprenden, está bien. Si los demás no te aceptan, también está bien. Solo pídeles que no te interrumpan.

¡Sé una mente indomable!