Como cuando te pones a filosofar con dos botellas de vino encima

Photo by Kym Ellis on Unsplash

El ego es la máscara que hemos ido creando con creencias de segunda mano para adaptarnos al entorno social y económico en el que hemos nacido y nos hemos desarrollado.

Así, el ego nos lleva a construir un personaje con el que interactuar en el gran teatro de la sociedad.

Extracto del libro “Encantado de conocerme” de Borja Vilaseca

Confieso que hasta ahora no había encontrado una definición que me convenciera de lo que es el ego. Algunas sentía que describían a una persona con un ego desproporcionado (egocentrismo) y no tanto al ego, neutro, como tal. El primer ejemplo en el que pensé después de leer la definición de Borja Vilaseca fue en que a mí me agrada estar la mayoría del tiempo en calzoncillos, con todo, no puedo salir a la calle así porque la ley no lo permite. Y aquí es donde entra mi “ego”, ese personaje (con pantalones) que utilizo para interactuar con el resto de la sociedad. Y que este exista no significa necesariamente que dejo de estar conectado con mi ser (la contraparte del ego).

¡Hola, querido lector! En la entrada de hoy quiero invitarte a que reflexionemos sobre diversos temas relacionados entre sí, a saber: la importancia de estar consciente, la importancia de entender nuestras circunstancias y nuestros anhelos personales… así como también deseo compartirte un poco de la experiencia que da nombre a esta entrada “Como cuando te pones a filosofar con dos botellas de vino encima”; fue una conversación que mantuve con mi padre en una reconfortante salida paternofilial. Tranquilo, te adelanto que no haré apología a beber alcohol sin mesura.

Saber que estás vivo no es lo mismo que estar consciente de que estás vivo

Sé que suena un tanto confuso, por ello, deja que me explique. Considero que vivimos en una sociedad muy ruidosa pero que en realidad dice poco que aporte valor a los individuos que la conforman. Estamos rodeados por constantes estímulos externos que nos invitan a apagar nuestro pensamiento crítico y a que nos dejemos llevar como un tapón de corcho que es arrastrado por la corriente. Siendo así, en ausencia de la quietud y el silencio, sin momentos para que nuestra única compañía sea nuestra propia soledad, ¿cómo creemos posible llegar a conocernos, a saber realmente cuál es nuestro objetivo en la vida?

Por ello, opino que es muy distinto saber que estás vivo a estar consciente de que estás vivo. En la primera, basta con comprender que tienes ciertas necesidades básicas que satisfacer. La segunda, en cambio, requiere de introspección; de paciencia y disciplina para entender que eres un proceso en constante evolución, no un resultado estático. En otras palabras, considero que estar consciente de que estás vivo es llenarse de valor y tomarse el atrevimiento de deshacerse de todo aquello que creíamos ser (ego) y redescubrir nuestra verdadera esencia (ser).

Porque tus circunstancias no son las mías y mis anhelos no son los tuyos

Como dije unas líneas más arriba, llevar una vida consciente significa reconectar con nuestro ser, implica deshacerse de todas esas creencias que no nos pertenecen y que se han ido acumulando con el pasar de los años. Te pongo mi ejemplo personal favorito: años atrás en los eventos sociales como cumpleaños, yo me angustiaba por no entablar conversación con el resto de invitados, porque creía que ese rasgo de extroversión era inherente a todo ser humano. Hasta que acepté, desde la consciencia, que me agrada estar en silencio, que prefiero hablar solo cuando la situación lo amerita, y no hacerlo porque se supone que debo.

Por otra parte, pienso que una de las labores más complejas de llevar a cabo es la de ser padre/madre, porque son dos personas que se están conociendo a sí mismos que intentan guiar a otra persona que recién está tomando consciencia de su propia existencia. Y, con demasiada frecuencia, aquellas terminan proyectando su forma distorsionada de interpretar el mundo en quien acaba de llegar. Entonces, es harto probable que cuando el niño se convierta en adulto, repita el mismo ciclo. A no ser que decida romper el patrón socialmente aceptado y escoja tomar un camino de esclarecimiento.

Porque los hijos no pertenecen a los padres, solo vienen al mundo a través de ellos…

Y esto no significa que no me sienta muy agradecido con los míos, con los tres. A lo que hago referencia es que he escuchado a padres, jóvenes y adultos, hablar de sus hijos como si fueran algún tipo de propiedad o patrimonio. Como si el hijo en cuestión careciera de voluntad propia y libre albedrío. Como si este hubiese adquirido una deuda emocional perpetua con quienes lo trajeron al mundo. Es cierto, en gran parte, que estamos donde estamos por el esfuerzo que nuestros progenitores hicieron en su momento, pero esto no significa que no podamos, metafóricamente hablando, cortar el cordón umbilical que nos une a estos.

Además, considero que esto también se cumple en el sentido padre a hijo. Es decir, los padres tampoco tienen una obligación hasta el fin de sus días para con sus hijos*. Quizá, bajo mi punto de vista, su única obligación, si es que tienen una, es la de brindar herramientas a estos para que sean independientes, autosuficientes y capaces de forjar un pensamiento crítico. Así, cuando aquellos ya no estén por la razón que sea, sus retoños puedan construir su propio camino y explorar su propia existencia.

*A no ser que estos tengan alguna necesidad física o mental especial.

Un hombre que no ha preparado a sus hijos para el día en que no esté ha fracasado como padre. ¿Te fallé alguna vez, hijo?

T’Chaka, personaje de la película Black Panther

Como cuando te pones a filosofar con dos botellas de vino encima

Antes de continuar, te doy las gracias por haber leído hasta aquí. Considero que esta ha sido una de mis entradas más densas y que más me ha gustado escribir. De un tiempo a esta parte, estoy muy enfocado en aprender y experimentar más lo relacionado con la consciencia y la conciencia. En entender qué es el ego y cómo integrarlo mejor en mi Ser. Como mencioné al inicio de la entrada, el ego es necesario para poder interactuar con la sociedad que vivimos, siempre y cuando no nos sobreidentifiquemos con este ni perdamos nuestra esencia por el camino.

Ahora sí, hemos llegado a la parte que da nombre a esta entrada. El fin de semana pasado tuve el placer de compartir una tarde de conversación, botellas de vino por medio, con mi padre. Te comento que no siempre hemos tenido la mejor relación padre-hijo. Opino que esta ha ido mejorando cuando menos conectados con el ego hemos estado ambos. Cuando mayor ha sido nuestra confianza en el otro para mostrarnos tal como somos, sin interpretar ningún papel. No fue cosa de un día, ni de un par de semanas. Me atrevería a decir que siquiera nos tomó unos 5 años.

Para poder conocer a otros, primero debes conocerte a ti mismo

Considero que lo que más nos ha permitido que nos agrade la compañía del otro es hacer introspección. Atrevernos a aceptarnos como seres en constante desarrollo. Al principio, nuestras salidas de padre e hijo se basaban en ir a un centro comercial a comer, conversar sobre algún tema superficial y de allí cada uno para su casa. Pero, con el pasar del tiempo, el lugar y la actividad pasaron a un segundo plano. Podemos perfectamente ir a caminar durante unas horas y luego sentarnos a conversar sobre temas de interés para cada uno.

No me cansaré de repetirlo: para poder disfrutar en compañía de alguien más, primero tendrás que aprender a disfrutar de tu propia compañía o, dicho de otra manera, disfrutar en soledad. Ya que así podrás relacionarte por elección propia y no por necesidad, o porque tu entorno te haya dicho que el ser humano es un animal que necesita socializar; vaya razón más absurda y dañina para interactuar con otros. Por otra parte, cuando descubres qué es lo que realmente te agrada, tienes una riqueza interior mucho más grande para compartir, si así lo deseas, con el resto del mundo.

Siento interrumpirlos pero… ya estamos cerrando

Creo que no es necesario extender más la entrada, cuya propuesta es muy sencilla pero poderosa y liberadora: atrévete a conocerte, te darás cuenta de forma natural cuáles son aquellas creencias y maneras de ser que, de verdad, están en armonía contigo, con tu ser. Y ojo, que reconectes con este y que cada vez lleves una vida más consciente no significa que elimines al ego y a la inconsciencia de tu existencia, para nada. Quiere decir que sabrás identificarlos e integrarlos de mejor manera cuando aparezcan en tu día. Por ello, sé amable y paciente contigo mismo y, sobre todo, constante.

Quiero cerrar con unas palabras para los padres (y las madres): los hijos (y las hijas), no son una propiedad ni parte de un patrimonio. Son personas con derecho propio a experimentar y descubrir su propia esencia, su propio ser. A construir su propio camino con la menor cantidad de condicionamientos y miedos proyectados por sus progenitores. Que sea tu hijo o hija no significa que deba compartir tus mismas creencias (religiosas o políticas). Que sea tu hijo o hija no quiere decir que deba tener las mismas aspiraciones que tú tuviste. Los padres, son guías que acompañarán a sus retoños hasta ese punto donde estos ya puedan comenzar a dar sus propios pasos.

¡Sé una mente indomable… o mejor, una mente esclarecida!

Posdata: recuerda que puedes unirte a mi canal de Telegram, donde podrás chatear con mentes indomables como tú.

Posdata 2: si te agrada mi contenido y quieres ayudarme a mantener mi sitio web libre de publicidad, puedes hacer una donación.