Érase un 14 de febrero anticipado

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Hoy voy a revelarte uno de mis secretos mejor guardado: yo nací, hace 28 años ya, un 14 de febrero alrededor de las 19:00 en una ciudad de Ecuador. Es decir, aunque puede variar según el país en el que te encuentres, nací el día de San Valentín o de los Enamorados. ¿Y qué tiene esto de especial? Puede que te preguntes. Pues, más allá de que vaya a donde vaya todo está lleno… poco. Tampoco es que yo sea una persona muy dada a los días señalados. Con todo, hoy quiero aprovechar esta entrada como pretexto para contarte lo que representó la celebración de mis 28 primaveras.

Una pequeña aclaración antes de continuar, por cuestiones de agenda, mi cumpleaños lo celebré el 13 de febrero. Aquí viene mi primera reflexión, ¿qué es lo que de verdad importa en las celebraciones? ¿La fecha, el lugar, quizá la decoración? Honestamente, hace ya unos cuantos años que nada de lo anterior me preocupa. Me tomo cada fiesta como una oda a la vida, al maravilloso regalo de estar sano y en la capacidad de cumplir aquello que me propongo. Y ojo, a veces siento que no es necesario celebrar en un día en específico porque ya lo hago diariamente.

Tengo el espíritu y la curiosidad de un joven de 81 años

Con mi abuelo materno

Les presento a mi abuelo por parte de madre, quien está próximo a cumplir 82 años. Curiosamente yo cumplí 28. ¿Casualidad o causalidad? Quién sabe. Les cuento que no es que haya compartido mucho tiempo con él, sin embargo, siento que tenemos bastante afinidad. A ambos nos gusta la lectura, la meditación y, sobre todo, simplemente existir. Y aunque diga “simplemente”, esto no es algo que muchas personas reconozcan y, todavía menos, disfruten hacer. Dado que la mentalidad contemporánea es la de la hiperproductividad. Donde siempre tenemos que estar haciendo algo que nos dé un beneficio (económico o de algún tipo).

Cuando al hacer esto, nos estamos negando el valiosísimo fruto que solo nace de la contemplación. En otras palabras, si todo el rato estamos haciendo algo y pensando en qué vamos a hacer después, ¿cuándo podremos apreciar aquello que ya hemos logrado o en lo que nos hemos convertido? Yo era una persona que se sentía orgullosa por decir que no tenía tiempo ni para perder el tiempo. Se me llenaba el pecho al decir que trabajaba 16 horas diarias… ¡Ay, bendita existencia incómoda! Con todo, fue una etapa necesaria dentro de mi vida. Ya que de no haberla tenido, no habría valorado sobremanera mi propia compañía y la de mis seres queridos.

Porque el mejor regalo es estar vivo y, sobre todo, estar consciente de que lo estás

Con el equipo masculino (casi) al completo

Como escribí al inicio de la entrada, no considero que lo importante de las celebraciones sean las fechas, los lugares o la decoración… Al contrario, creo que todo eso queda en segundo plano cuando se cuenta con invitados a los que aprecias mucho. Con los cuales puedes ser tú mismo y donde nadie interpreta ningún papel. Por otra parte, en mi fiesta no hubo ni alcohol, ni baile ni música. No fue necesario. Y, sin embargo, el júbilo interno que sentí no tuvo parangón. Muchas veces pienso que le otorgamos demasiado poder a factores externos como, por ejemplo: si no celebro mi cumpleaños en el salón de eventos más caro de la ciudad me sentiré desgraciado

No me cansaré de repetirlo: el amor, el de verdad, comienza por uno mismo. Empieza desde dentro. Ya que si lo hacemos al revés, es decir, lo buscamos en alguien o en algo de fuera, allí sí, nos sentiremos desgraciados. Sentiremos que ningún “amor” nos es suficiente. Me tomó mucho tiempo el aprender esta lección y, aún más interiorizarla. Con todo, era necesario que fuera de esta manera, dado que así me fui desprendiendo de aquello que no era “yo” y me permitió a su vez relacionarme con las demás personas desde la abundancia del Ser, y ya no desde la necesidad.

A veces debes aceptar las cosas como son y no como quieres que sean

Considero que ahora me encuentro en una etapa de mi vida donde estoy aprendiendo a fluir (o bailar) con la vida. En otras palabras, no intento cambiar la realidad, ya que esta sigue ciertas leyes universales, sino que intento acomplarme lo mejor que pueda a ella manteniendo mi individualidad. Cada persona es un mundo, esto es una obviedad obviada. Por ello, no tiene sentido que queramos que todos al nuestro alrededor funcionen según nuestros ideales. Así que, allí me encuentro, en ese punto donde acepto que hay ciertas cosas que escapan de mi control pero que hay otras que son mi completa responsabilidad.

Cierro esta entrada agradeciendo enormemente a todas las personas que han contribuido a que yo sea quien soy en la actualidad, tanto para lo bueno como para lo malo. Por la infinita paciencia que me han tenido durante todos estos años, les prometo que en todo momento me relacioné de la mejor manera que sabía. Y si alguna vez fui un estímulo negativo para ustedes, pido disculpas. No sé qué me deparan los años que están por venir, lo que sí sé es que los viviré y los experimentaré al máximo.

¡Sé una mente indomable!

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