Érase unas primeras vacaciones pagadas

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Hola querido lector. Hoy quiero relatarte lo que fueron mis primeras vacaciones pagadas. Eso sí, debo adelantarte que fueron unas que ninguna agencia de viajes, al menos no de las actuales, se atrevería a ofertar. Ya que no les saldría rentable y tampoco sería una oferta muy “apetecible”. El viaje que realicé lo hice sin salir de mi habitación, y fue uno hacia el interior… ¿Hacia el interior del país? Puede que te preguntes. No. Hacia el interior de mi Ser. Tranquilo, no te alarmes. Trataré de mantener el equilibrio entre espiritualidad y practicidad en la entrada.

Comienzo brindando un poco de contexto: llevaba dos años sin tomar las vacaciones que por beneficios de ley, al trabajar bajo relación de dependencia, me correspondían. Es decir, 15 días por cada año trabajado. Si dejaba que los meses siguieran pasando esos períodos de descanso caducarían así que decidí mejor tomar uno de ellos. Empecé mis vacaciones justo el día de mi cumpleaños y las finalicé hace un par de días. Reconozco que fueron unas semanas particulares, llenas de momentos de todo tipo pero, sobre todo, llenas de reflexión e introspección.

Si administras bien tu jornada, podrás tomarte “vacaciones” todos los días

El principal motivo por el cual no había tomado vacaciones hasta ahora fue porque sentía que no me eran necesarias. Es decir, considero que si planificas correctamente tu jornada tienes espacio para todo tipo de actividades. Desde las que son profesionales, de estudio, hasta las que son meramente de recreación. A veces tengo la impresión de que, generalmente, las personas que trabajan (bajo relación de dependencia) ansían tanto sus vacaciones porque las ven como una vía de “escape”. Esas semanas son cuando pueden “vivir y ser felices”, ¿y el resto del año qué hacen?

Opino que quienes más anhelan sus vacaciones son aquellos que menos están dispuestos a esforzarse por construir su vida, de vivirla a su manera los 365 días del año. Y por ello se conforman con esos 15 días, aunque solo sean migajas. No te digo que actualmente esté ya en una posición con las condiciones más idóneas, sin embargo, sí considero que, en la medida que me es posible, voy construyendo un “día a día” que está cada vez más en armonía con mi manera de ser. Donde tengo espacios de tiempo para ser productivo, para recrearme, para compartir con mis seres queridos y otros para, simplemente, existir.

Me agrada trabajar, generar dinero exclusivamente de manera activa, no

Entre las conclusiones a las que llegué durante estos días de descanso está que me agrada trabajar, sí, pero no me gusta generar ingresos solo de manera activa. En otras palabras, día que no trabajo, día que no obtengo beneficio económico. Quien tenga activos que le produzcan ingresos de manera pasiva entenderá a lo que me refiero. No estoy haciendo alusión a la ociosidad, no. Me refiero a tener que estar el 100% de nuestro tiempo vital pensando en cómo vamos a generar el próximo dólar (o euro). Cuando vivimos en una sociedad donde la tecnología puede hacerse cargo del trabajo repetitivo y dejar que el humano se encargue de la parte creativa.

Ejemplos que me vienen a la cabeza: tener un sitio web, un canal de YouTube o un podcast en internet. Es cierto que para crear contenido para cualquiera de las plataformas antes nombradas hay que hacer un esfuerzo inicial, con todo, una vez publicado, podemos pasar a otra tarea (si así lo deseamos) o bien podemos sentarnos y dejar que la tecnología haga su magia. A esto es a lo que me refiero con que me agrada trabajar, sí, pero no me gusta depender de una sola fuente de ingresos y menos que esta solo fluya si yo me muevo (o trabajo). Adicional a esto, considero que el mejor trabajador/colaborador es aquel que no depende de su empleo, ya que si lo hace es porque le gusta.

Ni me fui a Cancún, ni a las Bahamas ni a Miami… Me fui a Olón

Toda la paz que encontrarás en la cima de la montaña es aquella que trajiste contigo.

Proverbio Zen

Y no me fui porque estuviera de vacaciones, ni por el lugar en específico, sino por las personas que me acompañarían durante el viaje. Considero que es un gran error pensar que encontraremos algo interno en un lugar externo. Ejemplo, pensar que encontraremos paz yéndonos al Tíbet. Que encontraremos la felicidad en algún escaparate de Nueva York. Es entendible que dentro de una sociedad capitalista y, principalmente, consumista se nos quiera hacer creer que toda emoción interna depende de un estímulo externo. De un objeto, de un viaje e, incluso, de otra persona. Cuando perfectamente podemos evocar un sentimiento a través de la contemplación.

Aclaro que mi intención no es llevar a la quiebra a las agencias de viaje y turismo, para nada. Pero sí lo es el fomentar una sociedad más autosuficiente y consciente. Y una vez nos hallemos en ese estado, claro que podremos viajar, comprar cosas y compartir con otras personas, sí, pero no lo haremos desde la necesidad, sino desde la abundancia del Ser. Podremos sentirnos satisfechos entre las cuatro paredes de nuestro cuarto o en la cima de la montaña más alta. Disfrutaremos en compañía de nuestra propia soledad o de la presencia de otro ser humano. Nos divertiremos tomando fotos con nuestro más reluciente iPhone, o bien apreciando la naturaleza con nuestros propios ojos.

En resumen…

Vivir esperando el fin de semana o las vacaciones es fácil, muy fácil. Pero, ¿de verdad quieres experimentar ese tipo de vida? Honestamente, prefiero pagar el precio del esfuerzo que supone construir una jornada que vaya acorde con mis deseos y mis valores. Donde tengo espacio para todas aquellas actividades que me resultan gratificantes. Donde puede leer, estudiar, ejercitarme, pasar tiempo con mis seres queridos, trabajar en mis proyectos y en los proyectos de otros, etc. No te digo que sea fácil encajar unas tareas con otras ni que no tengas que hacer ciertos sacrificios. Yo, por ejemplo, me levanto todos los días a las 3:30 AM, incluyendo fines de semana.

Si tuviera que resumir lo que he aprendido o reafirmado durante estas vacaciones en una lista, sería la siguiente:

  • Todos disponemos de 24 horas diarias en las que, si las gestionamos bien, podremos descansar correctamente (unas 7 u 8 horas) e invertir el tiempo restante en aquello que consideremos importante (entre 16 y 17 horas).
  • Si vives en una sociedad capitalista es buena idea disponer de más de una fuente de ingresos y que alguna (o varias) de ellas sea pasiva.
  • No es el lugar (estímulo externo) el que nos brinda la paz interior que andamos buscando, mucho menos lo que nos hace felices. Somos nosotros mismos, a través de nuestra contemplación, quienes pasamos de un estado a otro, de una emoción a otra.

Muchas gracias por llegar hasta aquí. Hoy más que nunca, ¡sé una mente indomable!

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