Si tuviera que contar las veces que he fallado en algo que me propuse, no me alcanzaría con los dedos de mis manos y mis pies para hacerlo. Dije que no tomaría dinero de mis ahorros para actividades de ocio y lo hice. Dije que dejaría de visualizar pornografía y la sigo viendo. Me propuse dejar de consumir azúcar y todavía lo hago… Con todo, no doy mi brazo a torcer, caigo pero no me mantengo en el suelo. Me levanto y trato de aprender la lección que esa caída trajo consigo para volverme más sabio… o, por lo menos, menos ignorante y más consciente de mi propia esencia, de mi propio Ser.
Hola querido lector, en la entrada de hoy quiero conversarte sobre lo que entiendo yo que es ganar o tener éxito en la vida, y sobre por qué fracasar no es algo necesariamente negativo ni que se traduzca en que haya que darse por vencido en la misión que se ha decidido emprender. Y esta “misión” puede ir desde lo más sencillo, como ser más cariñoso con tus hijos, a lo más complejo, prepararse para una certificación internacional en un tiempo récord. Aquella ya la defines tú, según tus valores y tus anhelos.
No fracasé, aprendí 999 formas de cómo NO hacerlo
Desconozco si realmente habrá fallado tantas veces antes de hacerlo de la manera como quería. Sin embargo, sí que sé que en mi caso he fracasado, por lo menos, unas 30 veces en algo aparentemente sencillo: no tomar dinero de mis ahorros para salidas de ocio. Eso sí, de cada una de ellas he aprendido algo nuevo, te lo garantizo. Al principio trataba de excusarme, diciendo que me lo merecía, que la vida era muy corta como para posponer la diversión, etc. Ahora me muevo más por la filosofía de no hacer una fiesta a menos que me lo merezca, sino eso sabe amargo en la boca. Y en efecto, una vez la diversión había pasado, en mi caso, llegaba el arrepentimiento con su característico sabor.
Te cuento que en mi más reciente “arreglo” para reducir las posibilidades de volver a fallar, pegué un papel con un listado de cosas para las cuales sí podría usar mi tarjeta de débito de la cuenta donde tengo mis ahorros, y otro con las actividades para las cuales no la podría utilizar. Esto lo hice con la intención de reforzar el para qué estoy ahorrando, ya que el cómo es sencillo, sin embargo, no es lo suficientemente potente como para cumplir con el objetivo a rajatabla y de forma sostenida en el tiempo. Y hacer esto no creas que me tomó días, ni semanas, probablemente fueron meses.
El mejor aprendizaje es el de conocerse a uno mismo: sin máscaras ni disfraces, completamente al descubierto
Como te digo, no fue algo que sucediera de la noche a la mañana. Y más allá del tiempo que me tomó, considero que lo que marcó verdaderamente la diferencia fue el hecho de reconocerme, de darme cuenta de que estaba intentando negar una parte de mi propia esencia, de mi propio Ser. Me dije: Rodrigo, ¿no será que te gusta salir de fiesta algunas veces al mes? ¿No sería más inteligente definir un presupuesto para este tipo de salidas? Así como quien define cuánto dinero va a destinar a educación mensualmente. Opino que las mejores conversaciones, las que te ofrecen los mejores frutos y por ello son las más incómodas, son aquellas que tienes contigo mismo.
Eso sí, para que de verdad tenga sentido violentar el silencio, debemos ser honestos con nosotros mismos. Sin fingir ser alguien más, sin victimizarse, asumiendo toda la responsabilidad de nuestras meteduras de pata. Ya que de nada serviría buscar culpables externos. Yo perfectamente podría haberme excusado detrás de frases baratas del tipo: pero si otros están peor que yo económicamente… Los hay que ni siquiera ahorran… Por lo menos esta vez gasté menos que la vez pasada. Y así por delante. Con todo, ¿en qué me habría beneficiado hacerlo? ¿estaría aumentando o disminuyendo mis posibilidades de éxito al no reconocerme propietario del error?
Un ganador fue un perdedor que nunca se dio por vencido
Empiezo a creer que a quien más debemos tenerle paciencia es a uno mismo. Con todo, esto no significa que no podamos ser exigentes con nosotros mismos. Durante más de 3 años estuve sin hacer ningún tipo de ejercicio físico, como imaginarás, esto no fue lo más saludable para mi cuerpo. Sin embargo, no me di por vencido. Es cierto, me tomó un buen tiempo retomar la actividad física, pero lo hice, que es lo importante. No todos vamos al mismo ritmo por la vida, es más, habrá personas que no tendrán el tiempo suficiente para llegar a ser quienes realmente son. O, mejor dicho, para atreverse a aceptarse tal y como son.
Y aquí opino que reside la clave para ganar y tener éxito en la vida, estar dispuestos a aceptarnos como somos, sin fingir ser alguien más. Reconociendo tanto la luz como la oscuridad que yace en nosotros. Y ojo, aceptar que hay oscuridad dentro de uno no significa necesariamente dejar que esta se manifieste, significa eso, aceptarla. Analizar de qué manera la podemos gestionar para que no dinamite el resto de partes que conforman nuestra esencia, nuestro Ser. Luz y oscuridad son dos caras de la misma moneda. Al igual que éxito y fracaso. No llegaremos a conocer el uno sin el otro.
Para finalizar…
Opino que lo que más me ha ayudado ante un fracaso es no martirizarme por el mismo. Ya que es muy diferente aceptar que las cosas no salieron como las había planificado que repetirme una y otra vez que metí la pata. En la primera situación me es posible aprender la lección y entender por qué fallé, en la segunda, solo me estoy quedando estancando en el error mismo, sin la posibilidad de rectificarlo y obtener conocimiento de él. Por ello, mi sano consejo es: si ya metiste la pata, bueno, respira profundo y retoma tu camino. Ten por seguro que ahora no arrancarás de cero, dado que si te lo permites, lo harás un poco más sabio… o menos ignorante.
Y recuerda, tente paciencia. Ya que el más grande roble fue una vez una diminuta nuez, y esto no lo logró de la noche a la mañana. ¡Sé una mente indomable!
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Vegano. Amante de los animales y los libros. Actualmente trabajo como Especialista en DevOps en alguna parte.
Excelente entrada !
Toca seguir y seguir hasta hacerse del hábito o hasta conseguirlo.