La culpa no es ni de la vaca, ni de Instagram, ni de WhatsApp ni de la sociedad de consumo

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Pobre vaca, ¿por qué todo el mundo le echará la culpa? En realidad, ¿por qué tendemos a echar balones fuera y buscar culpables, en vez de hacernos cargo de aquello que está a nuestro alcance cambiar? ¿Por qué nos gustará tanto hablar del problema y su solución, en vez de ponernos manos a la obra? En la entrada de hoy, quiero invitarte a que cambies de enfoque y, sobre todo, a que despiertes tu poder interior.

La razón por la que procrastinas no son ni WhatsApp ni Instagram y no, la sociedad de consumo no te obliga a comprar compulsivamente. Todo lo anterior lo haces tú, voluntariamente. Lo repetiré de nuevo, lo haces porque quieres. WhatsApp e Instagram son plataformas/herramientas, nada más. La sociedad de consumo, es eso, una sociedad basada en el consumo, pero, no estás obligado a formar parte de ella.

Planifica tus momentos de ocio de manera sencilla

En una entrada anterior te comenté que tomé la decisión de dejar de usar WhatsApp e Instagram durante un tiempo. Ahora, en esta entrada, te cuento cuál es el contrato que firmé conmigo mismo para usar dichas plataformas de una forma más consciente.

  • Cuando las utilice pondré un temporizador no mayor a quince minutos.
  • Solo compartiré aquello que agregue valor en la vida de otras personas. Cero postureo.

Sí, el contrato solo tiene dos cláusulas. Considero que cuanto más fácil de recordar es algo, más fácil es ponerlo en práctica. Todo lo contrario a cómo me enseñaron matemáticas… En fin. Prosigo. No hay que demonizarlas porque son solo herramientas y, por ende, depende de quien las usa si resultan beneficiosas o no. Por sí mismas, no son ni buenas ni malas. Como digo, son plataformas neutras.

Es más, debo agradecer que personas más despiertas en consciencia que yo las usan, porque de no hacerlo, puede que o bien nunca hubiese emprendido este viaje de desarrollo personal o bien lo habría comenzado mucho más tarde. Nuevamente, son herramientas que, si les damos el uso correcto, nos permiten compartir contenido de valor con más gente alrededor del mundo. Y todo ello desde la comodidad de tu hogar.

Comprar no es malo, consumir tampoco. Compra y consumir sin sentido, sí que lo es

No todo dentro de la sociedad de consumo es malo per se, ya que hay productos que realmente buscan agregar valor en tu vida y que, además, puede que sí necesites. Es cierto que mediante la publicidad pretenden que compremos todo aquello que nos muestran pero, el poder de decisión sigue siendo nuestro. Los que debemos cambiar somos nosotros mismos, no la sociedad. Tenemos que ser unos consumidores más conscientes.

Unos que solo compran después de analizar y reflexionar qué es lo que verdaderamente necesitan para llevar una vida plena y satisfactoria, materialmente hablando. Puede que para mí sea una buena estantería donde poner mis libros. Puede que para ti sea un excelente colchón donde tener el sueño más reparador que puedas pedir. Como ves, variará de persona en persona, lo que no debería cambiar es el nivel de consciencia.

Te comparto mi contrato conmigo mismo antes de comprar algo:

  • Saber con qué frecuencia usaré lo que quiero comprar (diariamente, semanalmente). Si es algo que solo usaré una vez al año, es más que probable que no lo necesite.
  • Analizar si agregará verdadero valor en mi vida o si solo es un capricho. Un escritorio para trabajar en mejores condiciones, es un ejemplo de lo primero, una camiseta nueva, de lo segundo.

Como te comenté, poco que recordar para aplicarlo con mayor facilidad.

No, la tarjeta de crédito no es lo que hace que te endeudes, tus malos hábitos financieros, sí

Así es querido lector, poseo una tarjeta de crédito desde hace unos cuantos meses. Eso sí, antes de aceptarla ya venía estudiando bastante sobre finanzas personales y sobre cómo hacer un presupuesto mensual. Si quieres saber un poco más acerca de este tema te recomiendo leer: El hombre más rico de Babilonia y El código del dinero. Continuemos. Este tipo de tarjetas son solo un medio de financiamiento, nada más.

En lo que debes trabajar es en tu mentalidad para darles un uso correcto. Estas no son una extensión de tus ingresos porque siempre, repito siempre, tendrás que devolver toda la deuda adquirida. Por ello, si tú ya vivías por encima de tus posibilidades, una tarjeta de crédito solo agravará tu situación. Pero, ¿de quién es la culpa? ¿De la tarjeta? ¿Quizá de la vaca? Pues no, la culpa, si es que es de alguien, es solo tuya.

Te comparto el contrato que tengo conmigo mismo para usar mi tarjeta de crédito:

  • Registro todos mis consumos en su totalidad. Me explico, si difiero una compra, igualmente, la considero como si fuera un solo pago. Esto me permite saber cuánto realmente le debo a la tarjeta.
  • Solo compro a cuotas aquello que podría comprar al contado. Ya que, de todas formas lo terminaré pagando, ¿por qué no aprovechar el interés compuesto a mi favor?
  • Reducir al mínimo posible su uso para ocio. Rara vez es buena idea pagar con ella salidas a restaurantes, al cine, etc.

Abandona el papel de víctima y recupera el poder que por derecho te pertenece

Como ves, no son las redes sociales lo que nos hace procrastinar. Somos nosotros mismos los que no le damos la suficiente importancia a nuestros proyectos. La sociedad de consumo no nos obliga a comprar compulsivamente, la culpa es nuestra por no saber qué es lo que queremos ni lo que necesitamos para vivir plenamente. Y, por último, la tarjeta de crédito puede ser una excelente herramienta de financiación.

Si reflexionas un momento, te darás cuenta que en todo lo anterior hay un precio a pagar, y es el de hacernos cargo de nuestro destino o, mejor dicho, de construir nuestro destino. Haz tuya la siguiente expresión: cuanto más trabajo más suerte tengo. Cuanto más me responsabilizo, mejor me va en la vida. Desde este mi blog, te propongo que abandones el papel de víctima y despiertes el gigante que llevas dentro llamado: poder interior.

¡Sé una mente indomable!