Todo pasa por algo: lo que aprendí de una parálisis facial y un pitido constante en el oído

Photo by GRAY on Unsplash

Comencemos por el principio. Hace aproximadamente un mes me sacaron una de las muelas del juicio. Todo salió bien. Hace casi dos semanas me quitaron los puntos de la operación. Todo parecía ir por el mismo camino… sin embargó, se infectó la herida. Pudo ser por algo que comiera o bebiera, o simplemente algo fortuito. La cuestión es que en menos de un día ya no podía mover la mitad de mi cara. ¿Interesante, no? Hoy quiero contarte qué he aprendido de todo esto, es decir, la lección que siento que este hecho representa. Aún no me he recuperado por completo, con todo, sentí una necesidad imperiosa por compartir contigo esta experiencia y, quién quita, puedas obtener algo de provecho de ella.

Te adelanto que esta entrada no tiene un enfoque dramático ni pesimista, considero que la estoy escribiendo desde el estado en el que más me gusta estar: el equilibrio. Donde puedo tomarme el tiempo para reflexionar sobre lo que pasa en mi vida y poder así llegar a una conclusión, tratando de darle un sentido, un para qué, a este peculiar suceso. Admito que durante los primeros días sí estuve impactado, imagina que te despiertas una mañana y ves que no puedes levantar uno de los lados de tu cara. Considero que muchas veces las mejores lecciones vienen de las maneras no solo menos esperadas, sino menos deseadas también.

Vives rodeados de maravillosos tesoros, solo falta que te des cuenta

Mi primera gran lección fue darme cuenta de lo mucho que me gusta generar contenido audiovisual, ya sean podcast, canciones, algún que otro vídeo, etc. Y estando así, sin poder levantar la mitad izquierda de mi labio, poco podía crear. Una palabra con más de una P se me dificultaba. Ahora soy capaz de ver que la vida, el universo o Dios, como prefieras llamarlo, siempre están pendientes de nosotros y nos envían señales cuando ven que nos estamos alejando de nuestra verdadera esencia. De aquello a lo que estamos destinados a ser o a hacer. Y estas señales seguirán llegando hasta que no seamos capaces de interpretarlas.

Estoy más que seguro que en alguna situación en concreto pensaste o dijiste por qué me pasa esto a mí, quizá sería mejor preguntarse para qué o cuál es la lección que todavía no he aprendido. Porque ten presente, te lo digo por experiencia, que hasta que no la comprendas en su totalidad, la vida te seguirá haciendo caer en pozos, unos más grandes otros más pequeños, dependiendo de cuán perdido estés. Aunque pueda sonar contradictorio, agradezco mucho el haber pasado por esta parálisis facial, no fue un precio fácil de pagar, pero sí uno muy necesario para darme cuenta de cuántos tesoros tengo a mi alrededor y de lo afortunado que ya soy en este instante.

Somos una sociedad muy ruidosa pero que, en el fondo, tiene muy poco que decir

La segunda gran lección derivada de la infección por lo de mi muela del juicio, vino en forma de un constante pitido/zumbido en mi oído izquierdo. Según me comentó el médico otorrino que me atendió este se irá cuando se baje la hinchazón de la parte cercana a mi oreja izquierda. Sumado a esto, estoy más sensible a los sonidos fuertes por ese lado. Y, ¿qué me enseñó todo esto? Que vivo en una sociedad muy ruidosa pero que, en realidad, dice muy poco. Hablar constantemente no es sinónimo de decir cosas con sentido o que a quien escucha lo haga crecer en cierta forma. Me parece que muchas personas se sienten incómodas ante el silencio. ¿Será porque quizá así oyen claramente sus propios pensamientos?

He de agregar que tiendo a preferir la soledad voluntaria y, sobre todo, el silencio que viene con ella a estar rodeado de más personas por la simple creencia de que el ser humano es un animal social. Me agrada socializar, sí, pero cuando hay un sentido en esa interacción, no cuando esta viene dada porque huimos de la incomodidad que nos produce estar con nosotros mismos. ¿Alguna vez te has preguntado por qué hay personas que van de reunión en reunión? ¿De tarea en tarea? Es más que probable que no soporten estar con ellas mismas sencillamente existiendo. Yo era una de ellas. Me costó mucho trabajo y esfuerzo, y aún sigo en ello, el construir y defender mi individualidad.

Acéptalo de una vez, todo pasa por algo, en todo hecho hay una lección por aprender

Y ojo, no comparto la idea de que ante cualquier evento, incluso ante una desgracia, debemos buscar el “lado positivo”. Soy partidario de pensar que lo que sí debemos encontrar es el para qué nos pasó lo que nos pasó. Qué aprendizaje es el que nos falta. Y amigo mío, para esto tendrás que hacer un fuerte trabajo de introspección y no, no será cómodo. Sin embargo, te garantizo que te sentirás más vivo que nunca. Te darás cuenta de o reafirmarás tus propósitos en la vida, verás quién realmente eres. Porque, ¿merece la pena pasar por este mundo solamente de puntillas sin llegar realmente a saber para qué estamos aquí?

Finalizo agregando que si tienes definidos tus propósitos de vida, no te desvíes, no te alejes de tu verdadera esencia. Además, deshazte del pensamiento de que solo hay que hacer aquello que nos gusta. Te pongo un ejemplo, imagina que quieres tener una buena condición física, es utópico pensar que todos los días tendrás ganas de hacer ejercicio y comer bien. Aquí es cuando entra en juego la disciplina, la de verdad. Termino dando las gracias a este momento en mi vida, bendita parálisis y bendito pitido en mi oído. Gracias por ser tan buenos maestros y reconducirme hacia quien verdaderamente soy. Prometo ser disciplinado y continuar derecho por el camino.

¡Sé una mente indomable!