No confundas el mensaje con el mensajero

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¿Eres de los que practica lo que predica? ¿De los que enseña a otros únicamente aquello que aprendió a través de la experiencia? O, por el contrario, ¿te dedicas a repetir ideas de otras personas, las cuales, no has comprobado ni experimentado? Si perteneces a este último grupo, flaco favor le estás haciendo a tu entorno. Te propongo lo siguiente: comparte solo aquel conocimiento que hayas verificado mediante la experiencia.

Con mucha frecuencia solemos encontrarnos con personas que, con muy buenas intenciones, te aconsejan en diferentes aspectos de la vida. Sin embargo, si reparamos en sus hábitos y en los resultados que han obtenido, no están acordes con lo que recomiendan. Ejemplo: alguien que dice que dar 10.000 pasos al día te mantiene saludable, mas tiene sobrepeso y su “deporte” favorito es una maratón de capítulos en Netflix.

Gracias por tu consejo pero… primero muéstrame tus resultados

Está muy bien querer compartir ideas que nos parecieron interesantes con las personas de nuestro entorno pero, está mucho mejor si primero nos tomamos el tiempo y el esfuerzo, para comprobar qué tan ciertas son. Además, debes tener presente de que el hecho de que te funcionara a ti, no garantiza que le vaya a funcionar a alguien más. Cada persona tiene unas posibilidades y un contexto diferente.

No podemos esperar que un padre con 3 hijos tenga la misma capacidad de ahorro que un hombre soltero que vive en casa de su madre. El contexto y las posibilidades de cada uno son completamente distintas. Por ello, recuerda, los consejos que verificaste y te funcionaron no necesariamente le servirán a otra persona, al menos, no sin adaptarlos a su situación. Aquí, tú puedes convertirte en un referente.

Si vas a enseñar, que sea a través del ejemplo

Tendemos a pensar que el conocimiento es poder pero… en realidad, solo el conocimiento aplicado es poder. El conocimiento en sí mismo únicamente es poder potencial. Por ello, podemos pasarnos días hablando sobre los beneficios del ejercicio en ayunas pero, ¿y si nunca lo practicamos? Pues dichos “beneficios” se quedarán en la teoría.

Bajo mi punto de vista, la mejor forma de enseñar a otros es simplemente siendo y haciendo. Me explico. Si quieres que las demás personas practiquen ejercicio, pues, el primero que tiene que practicarlo debes ser tú. Porque, ¿quién seguiría los consejos de alguien que no los aplica para sí mismo? Pues esto, aunque cueste creer, suele ser lo habitual. Personas que dan “consejos” que ellos mismos no ponen en práctica.

Profesores de finanzas que están a un paso de la quiebra, hasta el cuello de deudas. Profesionales con maestrías en inteligencia emocional pero que son más infelices que los pacientes que tratan. Es el mundo al revés. Es como si yo por haber leído algún libro sobre inversión en bienes raíces, pero sin poseer ninguno, te recomendara hacerlo. Sería una falta absoluta de ética e, incluso, intrusismo laboral.

No confundas el mensaje con el mensajero

Llegados a este punto, puede que te preguntes el porqué detrás del título de la entrada. Ya te explico. Hoy me encontré con el vídeo que estará líneas más abajo. En él, se habla de aquello que no es del todo cierto acerca de Robert Kiyosaki, autor del libro Padre rico, padre pobre. Kiyosaki es uno de mis escritores sobre finanzas personales favoritos, de ahí que clicara inmediatamente al leer el título del vídeo.

Como ves, es más que probable que Kiyosaki haya logrado su libertad financiera hablando sobre ella que realmente trabajando en ella. En otras palabras, es como aquel que te vende el curso Cómo ser millonario en poco tiempo y se hace millonario vendiéndote el curso. Por ello, suelo no confundir el mensaje con el mensajero. En los libros de Kiyosaki he encontrado muy buenas ideas que puse en práctica y me funcionaron.

Experimenta, equivócate y vuelve a experimentar. El verdadero camino hacia el éxito personal no se encuentra escrito en alguna receta mágica que funciona para todas las personas. Tú tendrás que crear la tuya, y sí, podrás tomar prestadas ideas de esta o aquella persona, pero al final, tendrás que adaptarlas a tus posibilidades y circunstancias.

¡Sé una mente indomable!