¿Si te quedaran solo 24 horas de vida, en qué las invertirías? ¿Y si tuvieras únicamente 12? ¿Y 6? No sé tú, pero yo lo último que haría sería despejar mi bandeja de entrada de correos electrónicos. Tampoco me preocuparía por poner una lavadora o de que las escaleras de mi casa estuvieran barridas… Muy probablemente pasaría un par de horas con mis seres queridos, leería y me ejercitaría. Saldría a dar un paseo por el parque que está cerca de mi casa y respiraría lo más profundo que pudiera para disfrutar del aire fresco. También aprovecharía para ir por última vez a mi restaurante vegetariano favorito.
¡Hola, querido lector! En la entrada de hoy quiero invitarte a que reflexionemos sobre lo siguiente: ¿adónde nos conduce toda esta corriente obsesiva de ser cada vez más productivos? ¿Nos acerca a una vida más consciente y plena? Por los niveles de estrés que generalmente tienen las personas más “productivas y ocupadas”, considero que no. Es cierto que nuestras facturas no se pagan a base de estar conscientes y presentes en el momento actual pero, si hemos llegado a un punto de equilibrio, donde muchos trabajos pueden apalancarse mediante la tecnología, ¿qué sentido tiene esforzarnos más cada día?
Más no siempre significa mejor, además, más no siempre es necesario
Imaginemos que tenemos 3 tareas para el día de hoy, para las cuales disponemos de 8 horas para hacerlas. Si por el conocimiento y la experiencia que tenemos las logramos realizar en 4.5 horas, ¿por qué deberíamos pensar en nuevas tareas que ocupen el tiempo que nos ha sobrado? ¿Tanto nos asusta la inactividad y el silencio ensordecedor de permanecer quietos? Honestamente me pregunto en qué momento aceptamos como válida la idea de que siempre debemos estar haciendo algo que nos brinde un beneficio, algo que sea “productivo”. ¿No podemos aprovechar las horas restantes para sentarnos en la orilla del mar y contemplar el ir y venir de las olas?
Como dije al principio, comprendo muy bien que las facturas y la comida que compramos para alimentarnos no se pagan con consciencia y con estar presentes, sino a través del dinero que ganamos mediante nuestro trabajo. Con todo, si ya hemos cumplido con nuestras responsabilidades, sean estas profesionales o de estudios, ¿qué sentido tiene ir más allá del esfuerzo necesario? Sería como si pensáramos que rendir todos los días por encima del 100% es lo más saludable e ideal en el largo plazo. Por ello, opino que lo recomendable es trabajar de manera inteligente y enfocada, sabiendo qué resultados buscamos obtener y no darle tanta importancia a las horas empleadas.
Todos tenemos 24 horas al día que, bien distribuidas, rinden bastante
Si quitamos las 7 horas de sueño y las 3 horas al día que en promedio usamos para comer; nos quedan aproximadamente unas 14 horas disponibles. ¿Consideras que son suficientes para repatirlas entre actividades productivas y momentos donde solamente existes? Y no me refiero a estar en compañía de otras personas mientras revisas tu teléfono celular. O a “desconectar” viendo una temporada completa de tu serie favorita en Netflix. No. Me refiero a literalmente estar consciente de que estás vivo, prestando atención a tu respiración, a los pequeños detalles como las expresiones faciales de la persona con la que conversas…
Una de mis palabras favoritas es equilibrio, es decir, no tenemos que estar todo el día produciendo, siendo eficientes. Ni tampoco tenemos que estar sentados meditando 8 horas diarias contemplando nuestro entorno. No hay que irse a los extremos, podemos combinar lo mejor de ambos mundos. Reconocer que tenemos objetivos que nosotros mismos nos hemos planteado pero que la consecución de estos no es lo que le da sentido a nuestra vida. La verdadera dicha de vivir está en disfrutar del recorrido, de reconocernos como un proceso en constante evolución, en un aprendizaje continuo.
Tu jornada no está escrita en piedra, tampoco hay una universal que sirva para todos
Si te fijas, al inicio de la entrada cuando te pregunté lo que harías si te quedaran pocas horas de vida, te mencioné lo que yo haría si estuviera en esa situación. Y he de agregar que ese hipotético último día muy probablemente sería bastante similar a lo que hago con regularidad en mi jornada diaria. En otras palabras, quizá viviría con algo más de intensidad cada momento de esas últimas horas, sin embargo, no considero que haría cosas muy distintas de las que actualmente realizo. Y a esto es a lo que me gustaría invitarte, a que no esperes a estar en el final de tu existencia para darte cuenta de que invertiste demasiado tiempo en algo que no querías.
Quizá estés trabajando más horas de las que deberías y esto repercuta negativamente en el tiempo que dispones para pasar con tus seres queridos. Puede ser que por llevar un estilo de vida muy materialista tengas que sacrificar tu salud, tanto física como mental… Lo importante aquí está en ser conscientes de las decisiones que tomamos y ser consecuentes con ellas. Nuestra rutina diaria no está escrita en piedra y, con esfuerzo y sacrificio, podemos ser cada vez más dueños de ella. Para así escoger en qué actividades invertimos nuestro tiempo y, ojo, no todas tendrán que ser “productivas”. Puede ser algo tan sencillo como ir a tomar un helado con un ser querido un viernes por la tarde.
En resumen…
No comparto eso de que solo se vive una vez, considero que, en realidad, vivimos una nueva vida cada día. Es decir, se nos otorgan 24 horas para invertirlas en aquello que está más en armonía con nuestro Ser. Puede que hoy no tengas la suficiente libertad financiera como para, por ejemplo, dedicarle todo el tiempo que te gustaría a tus seres queridos, sin embargo, el estar consciente de ello ya es un buen primer paso. Porque así estaremos en la capacidad de tomar acción e irnos moviendo en la dirección que nos acerque a este objetivo. Así, de llegar esas últimas horas, nos iremos con la consciencia tranquila al saber que vivimos a nuestra manera.
Cierro esta entrada con una frase que me gusta mucho: “no hay nada que conquistar ni nada en lo que convertirse”. Lo que yo entiendo es que si buscamos nuestra paz interior y nuestra verdadera identidad en lo externo, estaremos cometiendo un error gravísimo y que, sin duda alguna, será fuente de insatisfacción y sufrimiento. Eso “externo” puede ser una persona, una carrera académica, un cargo profesional, vivir en determinada ciudad, etc. Por ello, todo aquello a lo que aspiremos en la vida, deberemos verlo como un divertimento, si lo conseguimos durante el recorrido, excelente, y si no, también.
¡Sé una mente indomable!
Te dejo con el vídeo que tomé como base para esta entrada.
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Vegano. Amante de los animales y los libros. Actualmente trabajo como Especialista en DevOps en alguna parte.
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