Te cuento cómo dejé de comprar compulsivamente

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¿Has comprado alguna vez algo por impulso? Ves un anuncio que pone solo por hoy todo al 50% de descuento y, claro, ¿cómo resistirse a tremenda ganga? A mí me ha pasado, a ti te ha pasado. Es algo bastante común. Así como también lo es el darnos cuenta, después de la euforia, de que no vamos a usar lo que acabamos de comprar. Que su única función será coger polvo en una estantería. Por ello, quiero contarte cómo dejé de comprar compulsivamente y pasé a consumir de una forma más consciente.

Mi mayor debilidad son los libros. Llegué a llenar una repisa entera con libros por leer, de los cuales, como te conté, regalé unos cuantos y me quedé solo con aquellos que sentí que realmente leería. Admito que todavía me queda trabajo por delante, sin embargo, también reconozco que he crecido bastante en este aspecto y que he desarrollado ciertas estrategias para dejar de comprar de manera compulsiva y pasar a hacerlo más conscientemente.

Comienza analizando si de verdad dispones de dinero para comprar lo que deseas comprar

En otras palabras, si tienes que recurrir al crédito (deuda) para adquirir ese capricho que te quieres dar, mejor no lo hagas. Fácil, ¿verdad? De un tiempo a esta parte, me propuse lo siguiente para cuando quisiera comprar algo a cuotas: debo disponer de antemano del 60% del precio total, caso contrario, espero y ahorro un poco más hasta contar con dicha cantidad. Esta es mi primera defensa para dejar de comprar compulsivamente.

Otra estrategia, en la misma línea que la anterior, es la de presupuestar mis gastos usando los 6 sobres mencionados en el libro Los secretos de la mente millonaria. Si no lo has leído, tranquilo, consiste en dividir tu dinero de la siguiente manera:

  • 50% para gastos básicos
  • 10% de ahorro
  • 10% para invertir
  • 10% para ocio
  • 10% para educación
  • 10% para donaciones

Por lo tanto, ante una posible compra compulsiva, reviso si dispongo dinero dentro del sobre que corresponde. Imaginemos que quiero ir al cine pero no tengo dinero dentro del sobre de ocio, pues, tristemente, tendré que posponer la salida.

Determina con qué frecuencia usarás lo que deseas comprar

¿Diariamente? ¿Semanalmente? ¿Quizá una vez al año? Si es algo que utilizarás casi a diario, una buena almohada por ejemplo, es más que seguro que comprarlo sea una decisión correcta. Por el contrario, si solo lo usarás una vez cada 12 meses, quizá sea mejor reflexionar si de verdad lo necesitas. Puede que lo desees y que pienses que adquirirlo te hará feliz, sin embargo, recuerda que el placer por comprar algo es pasajero, lo que dura a largo plazo es el sentido que tú le das a la compra.

No es estrictamente necesario que lo uses a diario ya que yo, por ejemplo, me compré una báscula inteligente de Xiaomi que solo utilizo una vez a la semana. Lo mismo aplicaría para una máquina de cortar pelo, a no ser que seas peluquero, es probable que solo la uses una vez al mes. Y está bien que sea así, como te comenté, lo importante aquí es que te conviertas en un consumidor consciente y que escojas muy bien las cosas materiales que dejas entrar en tu vida.

Compra según la practicidad de lo que quieres comprar

Suelo fijarme bastante en qué tan útil será algo antes de adquirirlo, es decir, si es un objeto que solo servirá de adorno, prefiero no comprarlo. Esta estrategia la dejé para el final. porque considero que no es para todas las personas. Ya que hay algunas muy dadas a decorar su hogar con cosas que, bajo un punto de vista muy personal, solo están para coger polvo. Si eres una de ellas, no tengo nada para ofrecerte en esta sección.

Si todavía continúas aquí, significa que nos parecemos un poco. Continúo. Siempre que me es posible compro cosas que sean multifunción. En mi última compra adquirí un regulador de voltaje que además incluye puertos USB para cargar dispositivos electrónicos (celulares, tabletas). Buscando así optimizar, entre otros aspectos, el espacio que ocupa lo comprado. Complementando un poco más esta estrategia, considero que es de gran ayuda tener a la mano nuestras posesiones materiales.

En resumen…

Mi invitación, sin pretensión alguna, desde esta entrada, no es que dejes de consumir, en absoluto, sino que lo hagas más conscientemente. Dejando de comprar por impulso y más porque tú mismo has determinado que hay algo allí afuera que agregará valor en tu vida. Sin embargo, lo haces porque quieres, mas no porque lo necesitas. Comprar cosas nos genera placer, es cierto, pero este no es comparable con la felicidad que nos da comprar conscientemente.

¡Sé una mente indomable!